miércoles, 13 de mayo de 2020

LA EXTREMA DERECHA MUNDIAL


(Publicado en Diario16 el 25 de abril de 2020)

El canciller de Brasil, Ernesto Araújo, cree que la epidemia de coronavirus obedece a un plan premeditado para “implementar el comunismo en el mundo” a través de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS). La capacidad para idear patrañas de la internacional demagógico populista no tiene límites. El mismo presidente carioca, Jair Bolsonaro, se ha erigido como uno de los dirigentes más escépticos con la gravedad del covid-19, un virus al que restó importancia calificándolo de “gripecita” antes de instar a los brasileños a regresar al trabajo y a romper la cuarentena.
Ahora Araújo, mano derecha de Bolsonaro, asegura que el nuevo coronavirus ha puesto al descubierto lo que “los marxistas esconden desde hace 30 años: que el globalismo sustituye el socialismo como etapa preparatoria al comunismo a través de la inmensa oportunidad de construir un orden mundial sin naciones y sin libertades a partir de la pandemia de covid-19”. Por supuesto, en esa supuesta conjura roja estaría participando la OMS, enfrascada en la “construcción de una solidaridad comunista planetaria en el marco de un proyecto globalista”.
Queda claro que los líderes populistas de extrema derecha tratan de desacreditar organizaciones como la OMS que si no existieran habría que inventarlas. Mucho nos tememos que detrás de la habitual verborrea neofascista (esta vez le ha tocado el turno de burradas a los populistas brasileños, pero los españoles de Vox no andan muy alejados de esas tesis) hay un intento por acabar con todas las organizaciones transnacionales como la que vela por la salud en el mundo o Unicef, a pesar de que ambas cumplen un papel destacadísimo en el desarrollo y el progreso de la civilización humana. Palabras como “climatismo o alarmismo climático”, “ideología de género”, “inmigracionismo” o “cientificismo” −frecuentemente empleadas por los demagogos de la ultraderecha mundial− esconden en realidad un claro y único objetivo: liquidar a todos aquellos organismos que dependen directa o indirectamente de la ONU. El mensaje es directo: todo aquel foro de países que suponga un gasto adicional es considerado por el populismo xenófobo como un “chiringuito comunista”.
Hace solo unos días, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunciaba su intención de congelar la disposición de fondos a la OMS en plena emergencia sanitaria global por “gestionar mal y encubrir” la propagación del coronavirus. De esa manera, y con la excusa de un supuesto trato de favor a China, el magnate norteamericano pretende cancelar la subvención de unos 500 millones de dólares que Washington destina a la financiación de este organismo.
Es evidente que la OMS ha cometido errores en esta crisis sanitaria pero cabe preguntarse qué sería de la humanidad sin su existencia, sin su poder para ofrecer respuesta a los países afectados por graves epidemias y sin su capacidad para movilizar a expertos de reconocido prestigio y una buena cantidad de fondos y material sanitario que llega allá donde no hay nada. El caos sería total y un buen número de países en vías de desarrollo quedarían olvidados y abandonados a su suerte. Las intervenciones de la OMS en los últimos años han resultado cruciales para frenar la expansión de enfermedades como el brote del síndrome respiratorio agudo y grave (SARS) de 2003; la emergencia de salud pública por poliomielitis de 2014; la epidemia provocada por el virus del zika en 2016; o las crisis sanitarias generadas por la expansión del ébola en África en 2014 y 2019, entre otras actuaciones.
El auténtico proyecto político de gente como Bolsonaro en Brasil, Donald Trump en Estados Unidos y Santiago Abascal en España es acabar con todos los grandes avances en política internacional que el ser humano ha cosechado tras el final de la Segunda Guerra Mundial. El primer paso sería asfixiar económicamente a la OMS. Después llegará el momento de clausurar otros organismos como Unicef (la agencia que provee ayuda humanitaria y el desarrollo a niños y madres en países en desarrollo); Acnur (el organismo encargado de proteger a los refugiados y desplazados por persecuciones o conflictos); o esas cumbres fastidiosas sobre el cambio climático que no hacen más que estorbar y poner obstáculos a un desarrollo capitalista desbocado. Finalmente será el momento de cerrar la ONU o dejarla vacía de contenido hasta su liquidación final. Entonces habrá llegado la hora de instaurar el Gran Movimiento Fascista mundial del siglo XXI. Pequeños y grandes gobiernos totalitarios en cada país, en cada continente. Estados aislados, encerrados en sus froneras, ultranacionalistas y hostiles a cualquier movimiento solidario considerado comunista. El sueño de Hitler hecho realidad.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

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