(Publicado en Diario16 el 29 de abril de 2020)
Vox quiere llevar al Gobierno de Pedro Sánchez al Tribunal Constitucional porque su decreto de estado de alarma “no respeta los derechos y libertades fundamentales de los españoles”. Llama la atención que el partido sucesor de la Falange española y guardián de las esencias de la dictadura franquista sea precisamente el que se autoproclame gran defensor de la democracia y los derechos cívicos. El partido de Santiago Abascal está consiguiendo completar un extraño y surrealista círculo existencial que va desde el bulo y la mentira en el contexto de la “posverdad trumpista” hasta el intento de crear un mundo al revés, una realidad paralela, un universo alternativo en el que los socialistas y rojos republicanos son los totalitarios que pretenden imponer una “dictadura progre” mientras los bondadosos y humanitarios fascistas son unos demócratas respetuosos y amigables de toda la vida.
El montaje político es zafio, no hace falta decirlo, pero extrañamente está calando en algunas capas sociales. ¿Por qué? Ya hemos avanzado en otros artículos algunos factores, como la baja calidad de nuestra democracia que permite participar en el juego político a grupos ultras, la crisis económica que se ceba con las clases populares siempre dispuestas a votar populismo por indignación y rabia y el propio movimiento de rotación de la historia que inexorablemente se acaba repitiendo.
La demanda de Vox contra el Gobierno por no respetar los derechos de los ciudadanos es una nueva broma pesada, una boutade más de un grupo político que hace de la farsa, el sarcasmo, la provocación, la bufonada y la parodia su estilo original. Vox lo convierte todo en espectáculo circense, ese es el secreto de su éxito y su perfecto manual para degradar la democracia. Por eso hoy un tipo como Jorge Buxadé, vicepresidente de la formación de Abascal, anuncia la interposición de un recurso de inconstitucionalidad “contra el real decreto de declaración del estado de alarma y sus posteriores prórrogas y modificaciones”. Para Buxadé, un estado de alarma no puede suspender ningún derecho fundamental de los españoles, ya que “solo se puede limitar la libre circulación de personas”. Que se lo cuenten a los españoles de posguerra que vivieron el toque de queda. Aquello sí que era un confinamiento severo sin aplausos a los sanitarios a las ocho de la tarde y sin series de Netflix, todo lo más música de marchas militares y el consultorio radiofónico machista de Elena Francis.
En realidad, el decreto del Ejecutivo de Sánchez no ha suspendido ningún derecho fundamental sino que más bien trata de proteger a la población basándose en criterios y recomendaciones de los científicos. Siendo claros, lo que no le gusta a Buxadé es que la orden la haya dado un Gobierno comunista que él considera ilegítimo porque para Vox todo lo que no sea que gobiernen las derechas es ir contra la patria, condenando a medio país −como ya hizo en su día Franco− al silencio, a la muerte civil y al exilio interior y exterior.
Vox va camino de inventar una nueva forma de Gobierno: la “dictacracia”, que consistiría en confundir la democracia con el totalitarismo militarista de Dios, patria y orden. Buxadé cree que Sánchez/Iglesias violan los derechos de los españoles, una patraña y un sarcasmo de tal calibre que sonroja tener que escribir un artículo sobre este tipo marciano y sus ideas delirantes. Indigna tener que escuchar una sandez como “no se puede permitir que se juzgue si hay españoles buenos o malos, si pasean bien o no pasean bien”. Que lo diga precisamente él: un partidario del franquismo y el Movimiento Nacional, ese siniestro montaje urdido por nazis que enterró la libertad de expresión y la prensa libre en nuestro país y que se dedicó a exterminar a todos aquellos “malos españoles”, como él dice, que se negaban a “pasear” al son del Cara al Sol. Víctimas de verdad a las que la Guardia Civil llevaba, a punta de carabina, a dar el paseíllo de aquel macabro confinamiento que duró cuarenta años.
Viñeta: Pedro Parrilla El Koko
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