domingo, 10 de mayo de 2020

RETÓRICA ULTRA


(Publicado en Diario16 el 5 de abril de 2020)

Vox es un partido que siempre termina superándose a sí mismo en niveles de indecencia, degradación e infamia. Pero en las últimas horas está difundiendo la que puede ser su obra maestra de obscena inmoralidad, su definitiva arma de destrucción masiva, su bulo más perfecto y mortífero. Una idea que de calar en las mentes crédulas de miles de simpatizantes de extrema derecha fieles a su caudillo puede asestar un golpe mortal a la unidad del país en un momento en que todos deberíamos estar más unidos que nunca.
El líder de Vox, Santiago Abascal, ha rechazado mantener cualquier tipo de conversación telefónica con Pedro Sánchez para tratar sobre la prórroga del estado de alarma. Le ha dicho al presidente, con desprecio y chulería, que la “única comunicación” que espera de él es su “dimisión” irrevocable. Al parecer, el líder ultra ha cortado cualquier tipo de relación con Moncloa (lo que equivale a una declaración expresa de guerra), asegura que la información que proporciona el Gobierno sobre la pandemia es “escasa y poco creíble” y acusa a Sánchez de ser el “responsable” de los más de 11.000 muertos a causa del covid-19.
La imputación es de la máxima gravedad y desvela la estrategia que desde hace algunos días ha emprendido el partido nacional de extrema derecha. El propósito de Abascal no es otro que colocarle el cartel de genocida al líder socialista y hacerlo pasar a la historia como el responsable de la mayor catástrofe humanitaria de la época contemporánea en nuestro país. De esa manera, a partir de ahora cuando alguien le eche en cara a Vox su papel de garante y defensor de los crímenes franquistas, el líder de la formación verde se creerá legitimado para rebatirle. “Si es cierto que Franco fue capaz de matar a miles, usted hizo lo mismo con la epidemia, señor Sánchez”. Esa frase la llegaremos a escuchar algún día en el Congreso de los Diputados. Que nadie tenga la menor duda.
Vox es un grupo político especialista en revisionismos, en la fabricación de realidades históricas alternativas y de universos paralelos ficticios. Así, Franco fue un gran hombre que trajo la paz y la prosperidad a España; en nuestro país nunca hubo campos de concentración para presos republicanos: y las fosas comunes, los paredones de fusilamiento, los paseíllos y los cientos de miles de muertos nunca existieron. Todo fue una fábula, una invención de la “dictadura progre”. El último peldaño en esa macabra escalera hacia la ignominia más absoluta va a ser el intento de identificar a Sánchez con la pandemia de 2020 y con sus correspondientes víctimas mortales y contagiados. Aún no sabemos el número de muertos que saldrá de la tragedia. Al ritmo que vamos pueden ser veinte mil, treinta mil, cincuenta mil o más. Quizá una cifra similar a la registrada durante el mal llamado brote de gripe española de 1918. Y a Abascal esa cifra horrible, lejos de espeluznarle, le hace salivar de gusto.
El líder de Vox ha visto la oportunidad perfecta para llevar a cabo su macabro ejercicio de maldad infinita: vincular con la epidemia a un hombre decente que se está dejando la piel, noche y día, contra un infierno dantesco. El coronavirus no tiene culpables, más allá de ese anónimo chino que, según dicen, se comió un pangolín o un murciélago crudo, desencadenando el apocalipsis mundial. Por eso nadie se merece la maquiavélica e injusta operación ideológica que se prepara en la sala de máquinas de Vox. Sin embargo, la demagogia y la mentira siempre acaban triunfando sobre la verdad, eso lo sabemos desde los tiempos de Protágoras y Gorgias. Montar el bulo de que los judíos contaminaban la sangre de los alemanes arios costó muy poco tiempo y solo algo de dinero. Desmontar los campos de concentración (esos que algunos en Vox todavía niegan) costó una guerra mundial y más de 50 millones de muertos. Las técnicas de desinformación y propaganda empleadas por Vox siguen el manual de aquellas que puso en juego Goebbels, el genio de la comunicación de Hitler.
Nada bueno se puede esperar de un político que cuando su presidente le telefonea para llegar a un entendimiento sincero con el que afrontar con unidad una pandemia como esta le espeta con arrogancia que lo que tiene que hacer es “detener y poner a disposición judicial” a los independentistas catalanes y vascos. ¿Qué demonios pintarán en medio de esta piojera de virus el obnubilado Torra, el prófugo Puigdemont y ETA?
Queda claro que, para Abascal, cuanta más confusión, cuanto más ruido y más agitación social mejor para él. Solo hay algo peor que un patriota: un patriota lleno de odio. Y este ha visto claro que su 11M, su llave maestra para llegar al poder, pasa por sacarle partido a esta maldita pandemia. Los españoles se estremecen ante la crueldad de un germen desconocido que avanza imparable, cobrándose un millar de vidas cada día y amenazando a la humanidad entera. Pero empiezan a sentir aún más miedo de esa extrema derecha verdosa y mostrenca que se hace cada vez más fuerte en medio del cementerio de muertos en que se ha convertido España. Pisando cadáveres, entre ellos el de Sánchez, es como Santi Abascal piensa llegar a la Moncloa. Ya lo dijo Beaumarchais: “Mediocre y rastrero, se llega a todo”.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

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