(Publicado en Diario16 el 4 de abril de 2020)
Los diputados de Vox quieren volver a sus despachos del Congreso pese a la cuarentena decretada por el Gobierno para evitar contagios en la Cámara Baja. El grupo parlamentario ultraderechista ha anunciado que pretende reanudar sus actividades políticas a toda costa, aunque sea a riesgo de pillar el bicho. Tal es la fiebre por la democracia que les ha entrado de repente a estos nostálgicos del franquismo. Ellos tratan de demostrar que volviendo al Congreso, poniéndose en primera línea de fuego ante el virus, son más héroes y patriotas que nadie, solo que el patriotismo acaba cuando se les propone que renuncien a sus jugosas dietas parlamentarias, algo a lo que se niegan de plano. Hasta ahí podíamos llegar.
Cabe recordar que algunas formaciones políticas habían solicitado que esas cantidades, que superan los 600.000 euros mensuales, se destinen a la Sanidad pública. Sin embargo, los de Abascal se oponen a la medida, al no estar de acuerdo con que esa sea una decisión que dependa de la Cámara. “En el caso de los diputados de fuera de Madrid, hay que entender que esos pagos se usan para pagar el alquiler. Y ese alquiler se sigue pagando durante este período (…) Estoy muy orgulloso del comportamiento de nuestros diputados”, ha enfatizado Iván Espinosa de los Monteros en un encuentro con simpatizantes en Youtube.
Para argumentar su rechazo a renunciar a las dietas, el portavoz de Vox se escuda en que sus diputados ya están promoviendo otras iniciativas solidarias con las que colaboran en la lucha contra el coronavirus, como la compra de mascarillas y material sanitario o campañas de “crowdfunding” para recaudar fondos contra el covid-19. Además, ha asegurado que los diputados de Vox ya perdieron “mucho dinero” al entrar en política, puesto que ganaban sueldos notablemente más elevados en sus anteriores profesiones en comparación con la calderilla miserable que percibe un simple servidor público. O dicho de otra manera: los nobles aristócratas de Vox, todos ellos grandes de España, están en política por hacerle un favor al pueblo llano; y ese sacrificio es el que les lleva a aceptar humildemente una buena pasta en dietas y sueldos, que eso no son chiringuitos ni mamandurrias en el sentido estricto.
En ese punto, fuentes de Vox han precisado que los diputados infectados por covid-19 volverán al Congreso siempre que hayan recibido el “alta médica” y que todos actuarán en función de sus circunstancias personales y siempre aplicando “el sentido común”. Un don que no está claro que posean sus señorías de la formación verde. En resumidas cuentas, viajarán a Madrid si disponen de vehículo propio o pueden utilizar un medio de transporte que cumpla las normas establecidas. Y ahí cabe preguntarse qué ocurrirá cuando un diputado de Vox por Andalucía o Murcia, por ejemplo, sea interceptado en un control de carretera por la Guardia Civil de Tráfico. El lío está asegurado y todo por la actitud de un partido montaraz, infantiloide y caprichoso que va por libre y que ni sabe ni quiere cumplir con las mínimas normas de seguridad y salud pública que una sociedad se ha dado en tiempos de epidemia. Típico de un partido elitista, linajudo y totalitario que solo respeta su propia ley, la ley de la jungla, la que pretende imponer a los demás. Ya lo dijo un simpatizante de Vox en uno de esos vídeos virales que circulan por las redes sociales: “Yo haré solo lo que me diga Santi, no lo que diga Sánchez”.
Cada vez resulta más evidente que estamos ante gente narcisista, inadaptada, incívica, gente que ni siquiera sabe guardar unas mínimas y elementales normas de convivencia en una situación de emergencia nacional. No soportan el confinamiento y se ponen a patalear y a tirar los lápices y a berrear como niños malcriados. Lo más denigrante de todo es que Abascal critique que los estancos estén “abiertos” mientras el Parlamento sigue cerrado “a cal y canto ante un Gobierno con poderes excepcionales y usados de forma excepcionalmente negligente”. Lo que nos quedaba por ver en el colmo del surrealismo casposo y retrofranquista: comparar el Congreso de los Diputados con una tabaquería de puros y cigarros. Anda Santi, majo, fúmate un cartón y quédate en tu casa.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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